Sanar el Origen

Un camino de regreso a ti

Beatriz Álvarez

6/17/2025

A veces sentimos que algo dentro de nosotras no está en su lugar. No es solo tristeza o cansancio. Es una sensación más profunda, como si estuviéramos desconectadas de la raíz. Como si lleváramos un peso antiguo que no terminamos de entender… pero que nos acompaña desde siempre.

Sanar el origen es más que mirar hacia atrás. Es volver con el alma al lugar donde todo comenzó. No para quedarnos allí, atrapadas en el pasado, sino para recoger lo que es nuestro, soltar lo que ya no, y finalmente caminar hacia adelante con fuerza propia.

El origen es más que papá y mamá. Es el linaje. Es la historia que llevamos dentro. Es el eco de lo que vivieron los que vinieron antes, y que sigue hablándonos a través del cuerpo, de nuestras emociones, de los patrones que repetimos sin querer.

Cuando no miramos el origen, cuando lo rechazamos o nos desconectamos de él, algo se rompe en nosotras. Perdemos dirección. Sentimos que no avanzamos, o que lo hacemos con culpa, con miedo, con autoexigencia. A veces incluso creemos que hay algo mal en nosotras… cuando en realidad solo estamos cargando con una historia que no hemos podido comprender.

Pero cuando empezamos a mirar hacia allí, con respeto, con amor, con valentía, todo empieza a ordenarse. No de golpe. No con magia. Pero sí con profundidad. Porque mirar el origen es mirar a quienes nos dieron la vida, y también a quienes les dieron la vida a ellos. Es mirar la cadena de historias, heridas, silencios y amor que nos ha traído hasta aquí.

Nuestro árbol familiar guarda secretos, lealtades invisibles, dolores que no se dijeron, mandatos que siguen vivos. Y muchas veces vivimos desde ahí, sin saberlo. A veces seguimos los pasos de una abuela que perdió todo, o repetimos la tristeza de un tío que no fue reconocido. A veces cargamos culpas que no nos pertenecen, solo para sentirnos parte. Y en ese intento de pertenecer, nos perdemos.

El cuerpo también guarda esa memoria. Los síntomas, los bloqueos, las tensiones… no siempre son del presente. A veces son gritos antiguos. Señales de un pasado no escuchado. El cuerpo habla lo que el alma no pudo decir. Por eso, al sanar el origen, no solo hablamos. También sentimos. También habitamos. También soltamos desde el cuerpo lo que ya no necesitamos cargar.

Hay algo más profundo aún: el proyecto sentido. Ese plan invisible que se gestó antes de nacer. Las expectativas, los miedos, los deseos que mamá y papá depositaron en nosotras, incluso sin saberlo. A veces no somos libres porque seguimos intentando cumplir con ese guion. Porque sentimos que tenemos que ser “lo que se esperaba”. Y ahí se pierde la autenticidad. Se pierde la libertad de ser quien una realmente es.

Sanar ese guion es un acto de amor. Es poder decir: “Gracias por todo lo que soñaron para mí. Y ahora yo elijo desde mi verdad”. No es un rechazo, es una afirmación. Es recuperar el derecho a vivir desde dentro.

Y así, poco a poco, vamos tomando nuestro lugar. Nuestro verdadero lugar. No el de salvadora, ni el de víctima, ni el de la fuerte que puede con todo. Sino el de mujer viva, consciente, presente. Una mujer que sabe de dónde viene, pero también sabe hacia dónde va.

Tomar ese lugar implica dejar lo que no es nuestro. Dejar las culpas, los juicios, los enredos. Implica soltar lo que no podemos resolver y ocupar nuestro espacio con humildad. Porque solo cuando estamos en nuestro sitio, la vida fluye. Solo cuando dejamos de cargar lo que no nos corresponde, aparece la paz.

Y desde ahí, desde ese nuevo lugar, podemos regresar a nosotras. No como antes, sino más enteras. Más ligeras. Más verdaderas. Podemos reconectar con la voz interior, con el deseo auténtico, con el propósito profundo que estaba esperando.

Volver al origen no es volver al dolor. Es cruzarlo. Es entenderlo. Es abrazar la historia para que deje de doler. Es honrar el camino recorrido… y elegir, por fin, una nueva forma de habitarte.

Porque al final, este camino no va solo de sanar heridas. Va de volver a ti. A lo que eres debajo de todo. A tu esencia. A tu luz.