La herida del abandono
Cómo sanarla y reconstruir tu seguridad interna.
Beatriz Álvarez
9/29/2024


La herida del abandono no siempre grita. A veces susurra en el silencio de una cama vacía, en el miedo a quedarte sola, en esa ansiedad que aparece cuando alguien se aleja, aunque sea un poco. Es una herida profunda, silenciosa y persistente que condiciona nuestras relaciones, nuestra autoestima y, sobre todo, la forma en que nos sentimos con nosotras mismas.
Esta herida no tiene una única causa. Puede nacer en la infancia por la ausencia física o emocional de una figura importante: un padre que se fue, una madre demasiado ocupada, un entorno inestable, cambios drásticos. Pero también puede surgir más adelante, tras una traición, una pérdida amorosa o una experiencia de soledad no sostenida. No importa cuándo aparece: lo importante es lo que nos deja adentro.
Cuando esta herida está activa, solemos vivir con una sensación constante de vacío. Buscamos llenarlo con relaciones, con atención, con reconocimiento. Y cuando sentimos que alguien se aleja, se activa el miedo: "me van a dejar", "no soy lo suficientemente importante", "me voy a quedar sola". Este miedo no es racional, es visceral. Se instala en el cuerpo, en el pecho, en la garganta. Y nos lleva a actuar desde la urgencia, desde la necesidad, desde la carencia.
La herida del abandono nos puede volver dependientes, complacientes, inseguras. Nos puede llevar a aceptar migajas afectivas, a sostener vínculos que nos dañan por miedo a quedarnos sin nada, a buscar validación afuera porque no sabemos cómo sostenernos por dentro. Y también puede llevarnos al extremo opuesto: a cerrarnos, a no permitirnos sentir, a evitar la cercanía para que no vuelva a doler.
Sanar esta herida es uno de los procesos más poderosos que puedes vivir. Porque no solo se trata de dejar de tener miedo a que te dejen. Se trata de aprender a quedarte contigo. De hacer de tu presencia tu refugio. De convertir tu compañía en tu hogar.
El primer paso es reconocerla. Observar en qué momentos se activa. ¿Te angustia cuando alguien no responde un mensaje? ¿Te cuesta estar sola? ¿Toleras situaciones dolorosas por miedo a perder? ¿Te sientes vacía si no hay alguien ahí para “llenarte”? Todo eso son señales de una herida que pide ser vista.
Luego, empieza el trabajo de sostenerte. De aprender a estar contigo sin huir. De llenar tu vida de ti. No como un acto de independencia forzada, sino como un gesto de amor propio. Puedes empezar por preguntarte: ¿qué necesito cuando me siento sola? ¿Qué puedo darme ahora que antes pedía afuera?
Sanar el abandono implica reparentarte. Convertirte tú misma en esa figura que no estuvo. Hablarte con ternura. Cuidarte con intención. Validarte cada día. Porque cuando eres capaz de decirte “estoy contigo”, ya no dependes del vaivén emocional de los demás.
También es importante resignificar la soledad. Dejar de verla como castigo o fracaso. Empezar a verla como espacio de encuentro, de crecimiento, de creación. Aprender a disfrutar de tu propia compañía, a habitar tus momentos sin prisa, sin ruido, sin miedo.
Y por supuesto, hay un duelo. El duelo por lo que no fue. Por lo que faltó. Por lo que no recibiste. Permitirte llorarlo, escribirlo, sentirlo. Pero sin quedarte atrapada en la herida. Sintiéndola como parte de tu historia, no como tu identidad.
En el proceso de sanación, las relaciones también cambian. Dejas de aferrarte. Dejas de idealizar. Empiezas a elegir desde la plenitud, no desde la necesidad. Y eso no significa volverte fría o distante. Significa amar con raíz. Desde un lugar donde, si alguien se va, no te derrumbas. Te dueles, sí. Pero no te rompes.
Este camino no siempre es fácil. A veces duele mirar lo que tanto tiempo evitaste. Pero es en ese mirar donde empieza la verdadera liberación. Porque cada vez que eliges quedarte contigo, estás sanando. Cada vez que sostienes tu emoción sin huir, estás fortaleciendo tu seguridad interna. Cada vez que te eliges, estás reconstruyendo tu hogar.
Y si sientes que este proceso te sobrepasa, que no sabes por dónde empezar, que aún te cuesta confiar en que puedes sanar… no estás sola. Puedes pedir ayuda. Puedes ser acompañada. Puedes iniciar un camino profundo de reencuentro contigo.
Estoy aquí para acompañarte si lo necesitas. Puedes agendar tu primera sesión desde mi web o por teléfono. Juntas podemos mirar tu historia, sostener tu herida y ayudarte a reconstruir desde dentro un lugar seguro que siempre esté contigo: tú.
Terapias Beatriz Álvarez
Es un espacio sutil, acogedor y profundamente humano que invita a detenerse, a respirar, y a mirar hacia dentro.
© 2025. Terapias Beatriz Álvarez
Telefono y WhatsApp: +34 652 17 94 99
Consultas con Cita Previa En Presencial y Online


Deja tu reseña Aquí
