Entre la intuición y el autoengaño

Cómo diferenciar la voz del alma del miedo

Beatriz Álvarez

7/16/2024

worm's-eye view photography of concrete building
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Todos, en algún momento, hemos sentido esa voz interna que nos susurra qué camino tomar, qué relación soltar, qué decisión escuchar. A veces la sentimos como una certeza suave, otras como una incomodidad persistente. La llamamos intuición. Y sin embargo, en muchas ocasiones dudamos de ella. Porque no sabemos si es nuestra alma hablando… o si es el miedo disfrazado de prudencia.

Distinguir la voz de tu alma de la del miedo no es fácil. No porque tu alma no sepa, sino porque llevas años aprendiendo a no escucharla. Porque en un mundo que premia lo lógico, lo calculado, lo externo, la intuición parece un lujo, una debilidad o un error. Y sin embargo, cuando la niegas, algo en ti se apaga.

La voz del alma es clara, aunque no siempre cómoda. No grita, pero es firme. No se impone, pero insiste. No siempre te dice lo que quieres oír, pero siempre te lleva hacia tu verdad. La intuición no necesita justificarse. Se siente en el cuerpo. En el pecho. En el vientre. En una certeza que no pasa por la mente.

En cambio, el miedo también habla. A veces, incluso con más fuerza. Se disfraza de lógica, de responsabilidad, de precaución. El miedo te habla desde el pasado, desde la herida, desde lo que no funcionó. Te quiere proteger, pero muchas veces te encierra. Te cuenta historias que parecen racionales, pero en realidad son excusas para no salir de la zona de control.

¿Cómo diferenciar entonces si una voz interna es intuición o miedo? No hay una fórmula mágica, pero sí señales.

La intuición se siente como expansión. Aunque implique un riesgo, un cambio, un duelo… hay algo en ti que respira. El cuerpo se abre. El corazón late con claridad. Puede haber miedo, sí, pero no parálisis. La intuición se siente alineada, coherente, limpia.

El miedo, en cambio, se siente como contracción. Te agita. Te bloquea. Te paraliza. Te llena de “peros”, de escenarios catastróficos, de imposibilidades. No abre, cierra. No empuja a avanzar, empuja a quedarte.

La intuición es presente. Es ahora. El miedo vive en el pasado (en lo que salió mal) o en el futuro (en lo que podría pasar). La intuición es profunda, sencilla. El miedo es ruidoso, complejo, lleno de argumentos.

Escuchar tu intuición requiere presencia. Y para eso, necesitas aprender a callar el ruido mental. A bajar al cuerpo. A practicar el silencio. A habitarte. Porque el alma no compite con la mente. Solo espera a que le abras espacio.

También requiere coraje. Porque muchas veces la intuición te pide saltar, soltar, confiar sin garantías. Y ahí es donde el miedo aparece. Y está bien. No se trata de no tener miedo. Se trata de no dejar que el miedo tome el timón.

Si dudas de tu intuición, pregúntate: ¿esto que siento me conecta conmigo o me aleja de mí? ¿Esta decisión nace desde la confianza o desde la necesidad de evitar un dolor? ¿Mi cuerpo se siente expandido o contraído cuando pienso en esto?

Es importante también revisar si lo que crees que es intuición no es un patrón. A veces repetimos elecciones porque es lo que conocemos, porque es donde aprendimos a sobrevivir. Y no, eso no es intuición. Eso es programación emocional. Aprender a distinguirlo requiere autoconocimiento profundo.

Cuanto más conectada estés contigo, más clara será tu intuición. Cuanto más te escuches, más aprenderás a reconocer cuándo una decisión nace desde el alma o desde la herida. Cuanto más te sostengas, menos necesitarás validación externa para confiar en lo que sientes.

A veces, la intuición te dirá “ahora no”. Otras, te dirá “ve por ahí, aunque no tenga sentido”. A veces será suave. Otras, será un grito interno que no puedes seguir ignorando. La clave no está en tener certezas, sino en estar dispuesta a escuchar.

Y si te equivocas, no pasa nada. Porque cada decisión, incluso las que tomamos desde el miedo, nos enseñan. Nos muestran qué parte aún necesita amor, sostén, sanación. La intuición también se entrena. Con cada elección alineada, con cada vez que confías, con cada paso que das hacia ti.

Si sientes que estás en un momento de confusión, de indecisión, de querer escuchar tu alma pero no saber cómo… estoy aquí para acompañarte. Podemos trabajar juntas para ayudarte a distinguir esa voz profunda, a soltar el ruido mental, a tomar decisiones desde la verdad. Puedes agendar tu primera sesión desde mi web o llamarme directamente. Porque mereces confiar en ti. Porque tu alma ya sabe.