El autosabotaje silencioso

cómo identificarlo y liberarlo

Beatriz Álvarez

12/22/2023

grayscale photo of woman doing silent hand sign
grayscale photo of woman doing silent hand sign

Hay batallas que no se libran afuera, sino dentro. No llevan nombres ruidosos ni se anuncian con grandes gestos. Se camuflan en excusas, en retrasos, en esa sensación sutil pero constante de que algo nos frena. El autosabotaje es una de ellas. Es el arte inconsciente de ponernos trabas a nosotros mismos, de alejarnos justo cuando estamos a punto de lograr algo importante, de apagar nuestra voz interna justo cuando iba a decir algo valioso.

Y lo más peligroso del autosabotaje es que suele ser silencioso. No grita, no golpea, no amenaza. Susurra. Te convence con argumentos lógicos, con miedos disfrazados de prudencia, con pensamientos que parecen protectores pero que, en realidad, son cárceles mentales.

El autosabotaje no surge de la maldad, sino del miedo. Miedo al cambio, al juicio, al rechazo, al fracaso… o al éxito. Porque crecer implica dejar atrás lo conocido, y eso, incluso cuando es doloroso, muchas veces parece más seguro que avanzar hacia lo desconocido.

Una de las formas más comunes del autosabotaje es la procrastinación. Dejamos para mañana lo que podríamos hacer hoy. Pero no se trata de pereza, sino de una resistencia emocional más profunda. Otra forma es el perfeccionismo: ese estándar inalcanzable que nos mantiene siempre ocupados mejorando, pero nunca terminando. También está el miedo a brillar, ese impulso inconsciente de minimizar nuestros logros para no incomodar, para no destacar, para no “parecer demasiado”.

El autosabotaje también se manifiesta en nuestras relaciones. Elegimos personas que no nos valoran, repetimos dinámicas que ya conocemos que nos hacen daño, o rechazamos vínculos sanos por miedo a que nos vean de verdad. Nos aislamos cuando más necesitamos compañía. Nos callamos cuando más urge hablar.

Pero ¿de dónde viene todo esto? Generalmente, del pasado. De mensajes que recibimos en la infancia: “no hagas mucho ruido”, “no te creas tanto”, “mejor no sueñes tan alto”. O de experiencias donde fuimos rechazados, humillados o ignorados. Esas memorias emocionales quedan guardadas como alarmas silenciosas que se activan cada vez que estamos por salir de la zona conocida.

El autosabotaje, en el fondo, es una estrategia de protección. Una forma en que nuestra mente intenta mantenernos a salvo. Pero cuando esa protección se vuelve una prisión, es hora de transformarla.

Liberarse del autosabotaje empieza por verlo. Nombrarlo. Reconocer cuándo estamos boicoteando nuestro avance. ¿Te pasa que inicias con entusiasmo un proyecto y luego lo abandonas? ¿Te sorprendes pensando que no estás “lista” para lo que deseas? ¿Te invaden dudas justo cuando todo empezaba a fluir? Ahí está. El saboteador interno.

No se trata de luchar contra él, sino de dialogar. Preguntarle con amor: “¿Qué intentas proteger en mí?”. Y luego agradecerle, porque en algún momento, esa estrategia te ayudó. Pero ahora, ya no la necesitas.

Sanar el autosabotaje requiere también revisar tu sistema de creencias. Muchas veces creemos que no merecemos más, que no podemos con algo, que no estamos preparados. Esas creencias limitantes, aunque inconscientes, dirigen gran parte de nuestras decisiones. Y como todo lo inconsciente, una vez se ilumina, pierde poder.

Otro paso clave es desarrollar autocompasión. No necesitas juzgarte por haberte frenado. Necesitas abrazarte. Entender que lo hiciste porque no sabías hacerlo de otra forma. Y ahora puedes aprender algo nuevo: confiar en ti.

Rodéate de entornos que sostengan tu crecimiento. Habla con personas que te miren con amor, que te recuerden tu valor cuando tú lo olvides. Pide ayuda si lo necesitas. La vulnerabilidad no te debilita; te humaniza.

Y sobre todo, empieza a dar pasos pequeños. No necesitas conquistar la cima hoy. Solo necesitas avanzar un poco más allá de donde estabas ayer. Celebrar cada avance, cada elección alineada con tu bienestar, cada vez que tu voz interna te dice “sí, puedes”.

Recuerda: no hay nada malo en ti. No eres tu miedo, no eres tus errores, no eres tus postergaciones. Eres conciencia en proceso de expansión. Eres un ser que está aprendiendo a caminar hacia sí mismo sin lastimarse en el intento.

Liberarte del autosabotaje no es un acto único. Es una práctica diaria. Es un camino de regreso a tu valor, a tu voz, a tu verdad. Es aprender a confiar de nuevo en tus decisiones, en tus sueños, en tu derecho a vivir en plenitud.

Y si hoy sientes que te estás frenando… no te castigues. Respira. Mírate con ternura. Y da un paso más. Uno solo. Porque a veces, un pequeño paso con amor basta para romper un patrón que llevabas años repitiendo.

Tú mereces avanzar. Moverte con libertad. Brillar sin miedo. Tú mereces dejar de esconderte tras tus excusas y empezar a vivir desde tu esencia. Hoy es un buen día para empezar.