Cómo saber si tienes heridas que sanar con Mamá

Una mirada desde las constelaciones familiares, la abundancia y el vínculo con el dinero

Beatriz Álvarez

6/21/2025

Desde el enfoque de las constelaciones familiares, nuestra madre no solo nos da la vida: también nos conecta con el movimiento profundo de la existencia, con el permiso de vivir, de recibir y de prosperar. La relación con nuestra madre es la primera gran historia emocional que escribimos. Si hay conflictos, vacíos o rechazos no resueltos con ella, es muy probable que esas heridas se manifiesten en otros aspectos de la vida: nuestras relaciones, nuestro cuerpo, nuestra autoestima... y también en nuestra relación con el dinero y la abundancia.

Sanar el vínculo con la madre no implica justificar ni idealizar. Implica reconocer el lugar que ocupa, ver lo que fue tal como fue, y devolverle el peso que llevamos sin saberlo. Muchas veces cargamos con su dolor, con sus frustraciones, con su destino, con sus renuncias... y eso nos aleja de nuestro propio camino.

¿Por qué mamá es clave para tu abundancia?

En constelaciones familiares, mamá representa el dar y recibir la vida. Ella es la figura del nutriente emocional, el primer vínculo con la tierra, el cuerpo, el sostén. A través de ella aprendemos, simbólicamente, a recibir: el alimento, el cuidado, el afecto, el permiso para existir. Si el flujo hacia ella está interrumpido —por dolor, resentimiento, rabia, ausencia, juicio o rechazo—, también puede estar interrumpido el flujo hacia la vida. Y con ello, el flujo hacia el dinero, la abundancia y la realización.

Cuando decimos “no puedo recibir amor” o “me cuesta recibir dinero”, muchas veces lo que hay detrás es un “no puedo tomar a mi madre”. Es decir, no puedo tomar profundamente la vida que vino a través de ella. Y eso crea bloqueos invisibles que se repiten en la forma en que me relaciono con el mundo.

Signos de que hay heridas con mamá aún no sanadas

No siempre somos conscientes del conflicto con nuestra madre. A veces lo racionalizamos, lo minimizamos o incluso lo idealizamos. Pero el cuerpo y la vida no mienten. Aquí algunos síntomas o señales que pueden indicar que hay un vínculo pendiente con mamá:

1. Dificultad para recibir

Si te cuesta aceptar regalos, ayuda, apoyo emocional o económico sin sentir culpa, deuda o incomodidad, puede haber una herida primaria con el recibir que se gestó en la infancia con mamá.

2. Problemas con el dinero

Ciclos de escasez, dificultad para ahorrar, sabotaje financiero o sentir que no mereces cobrar bien por lo que haces pueden estar conectados con una dificultad profunda para recibir lo que la vida tiene para darte.

3. Autoexigencia y perfeccionismo

Buscar aprobación constante, sentir que nunca es suficiente o que necesitas demostrar todo el tiempo tu valor puede ser una forma de compensar un vacío afectivo primario.

4. Dificultad para poner límites o cuidarte

Si creciste ocupándote emocionalmente de mamá, probablemente hoy te cueste priorizarte, decir que no, o sostener relaciones desde el equilibrio.

5. Sensación de vacío o desconexión

Cuando el vínculo con mamá está cortado o congelado, es común sentir una especie de desconexión vital: no disfrutar del cuerpo, no encontrar propósito, no sentir raíces.

6. Rabia o tristeza persistente hacia mamá

Aunque creas que ya “lo superaste”, si sientes irritación, juicio o dolor al pensar en tu madre o al verla, es probable que haya emociones no elaboradas que necesiten espacio para ser reconocidas y liberadas.

7. Dificultad para confiar en otras mujeres (o en ti misma si eres mujer)

El vínculo con mamá es también la base de nuestra identidad femenina. Si fue un vínculo frío, invasivo o ausente, puede generar desconfianza hacia otras mujeres, o una sensación de no saber cómo habitar tu feminidad.

¿Qué implica sanar a mamá desde las constelaciones familiares?

Sanar no significa cambiar lo que fue, ni esperar que ella cambie. Significa mirarla con nuevos ojos, tomar lo que sí nos dio (aunque haya sido poco), y devolver lo que no nos corresponde cargar. Implica ponernos en nuestro lugar de hijos, dejar de querer salvarla, cuidarla, juzgarla o cambiarla. Y comenzar a dejar que sea quien es.

Este movimiento interno —de tomar a mamá tal como fue— tiene un efecto profundo: nos vuelve disponibles para la vida. Deja de haber interrupciones. Deja de haber culpas inconscientes. Deja de haber fidelidades ocultas que sabotean nuestro crecimiento. Es entonces cuando la vida —y el dinero— comienzan a llegar con más naturalidad.

Ejercicio simbólico: tomar a mamá

Puedes hacer este ejercicio en un espacio tranquilo. Cierra los ojos. Imagina a tu madre delante de ti. Mírala tal como fue, con su historia, su dolor, sus límites y sus fuerzas. Dile internamente:

“Tú eres la grande, yo soy la pequeña. Tú me diste la vida y eso es suficiente. Tomo la vida que vino a través de ti, con todo lo que trajo. Gracias mamá.”

Este acto, aunque parezca simple, puede remover muchas capas emocionales. Permítete sentir. Y si surgen lágrimas, rabia o tristeza, acógelas. Son parte de la sanación.

El dinero como reflejo del vínculo materno

Desde el inconsciente, el dinero está asociado al alimento, a lo nutritivo, a lo que sostiene. Y eso, en la infancia, venía de mamá. Por eso, muchas personas que no han sanado el vínculo con su madre experimentan una relación difícil con el dinero. Lo rechazan, lo temen, lo sabotean… o se vuelven adictas a producir sin poder disfrutarlo.

No se trata solo de hacer afirmaciones positivas sobre la abundancia. Si el cuerpo y el corazón están cerrados al recibir —porque hubo dolor con mamá—, el flujo del dinero también estará bloqueado.

Sanar con mamá es abrir una gran puerta interna: hacia el merecimiento, hacia el gozo, hacia la calma de saber que puedes recibir sin deber, sin culpa, sin esfuerzo desmedido.

¿Qué pasa cuando comienzas a sanar?

  • Comienzas a sentirte más liviana.

  • Aparece una ternura nueva hacia ti misma.

  • Dejas de luchar tanto por amor o por reconocimiento.

  • Tu relación con el dinero se vuelve más fluida.

  • Te permites disfrutar sin ansiedad.

  • Tus vínculos se vuelven más auténticos.

  • Sientes menos juicio hacia mamá… y hacia ti.

Sanar con mamá es una de las tareas más profundas y más sagradas que puedes hacer. Porque al hacerlo, te devuelves el permiso de vivir desde tu verdad. Dejas de repetir. Dejas de cargar. Dejas de esconder tu brillo para no incomodar.

Conclusión: el amor que vuelve a casa

La herida con mamá no es un fracaso. Es una herida colectiva, ancestral. Muchas mujeres no pudieron amar como querían porque a ellas tampoco las amaron como necesitaban. Pero tú estás aquí. Y si estás leyendo esto, es porque en ti hay una semilla de conciencia dispuesta a hacer las paces con tu origen.

No necesitas hacerlo sola. Puedes buscar acompañamiento terapéutico, procesos de constelaciones, rituales personales, espacios seguros donde darte el permiso de sentir lo que no te dejaste sentir antes.

Sanar con mamá es abrirte a la vida. Es reconciliarte con el cuerpo, con el merecimiento, con la tierra que te sostiene. Es, en definitiva, regresar a casa. No a una casa externa, sino a tu centro, a tu raíz, a tu lugar sagrado.

Y desde ahí, todo cambia: el amor, el trabajo, el dinero… y, sobre todo, la forma en la que te habitas.

Si sientes que esta herida aún vive en ti, te invito a iniciar ese camino de vuelta. Estoy aquí para acompañarte. Puedes agendar tu sesión desde www.beatrizalvarez.net y comenzar el movimiento más importante de tu vida: el que te devuelve a ti.