Autoaceptación Radical
La llave para la verdadera transformación interior
Beatriz Álvarez
11/28/20233 min read


Hay una paz profunda que solo llega cuando dejamos de pelearnos con lo que somos. No se trata de conformismo, ni de resignación. Se trata de un acto de amor propio tan radical, que transforma. Eso es la autoaceptación: el momento en que dejamos de intentar corregirnos todo el tiempo, y empezamos a abrazarnos justo donde estamos, tal como somos.
Durante años nos enseñaron a vivir desde la exigencia, desde la idea de que para ser dignos de amor teníamos que cambiar. Mejorar. Pulirnos. Corregir defectos. Adaptarnos. Y así aprendimos a relacionarnos con nosotros mismos desde la deuda. Siempre sintiendo que algo falta, que algo sobra, que no estamos del todo bien.
Pero lo que no nos dijeron es que el verdadero cambio, el que transforma desde adentro, no nace del rechazo. Nace del amor. Nace del reconocimiento de nuestra humanidad completa: con nuestras luces y nuestras sombras, con nuestros logros y nuestras contradicciones, con nuestras heridas y nuestras ganas de sanar.
La autoaceptación radical es una decisión. Es dejar de esperar a estar “mejor” para empezar a querernos. Es mirarnos con ternura incluso cuando no entendemos todo. Es poder decir “así como soy, me elijo”. Y desde ahí, crecer. Desde ahí, avanzar. Porque el amor propio no te estanca: te libera.
Aceptar no significa estar de acuerdo con todo. Significa mirar con honestidad y compasión. Ver nuestras heridas sin negar, pero también sin quedarnos a vivir en ellas. Es la diferencia entre decir “estoy rota” y decir “estoy en proceso”.
La transformación interior se vuelve posible cuando soltamos la guerra interna. Cuando dejamos de tratarnos como un proyecto por arreglar y empezamos a reconocernos como una obra viva en evolución.
Mucho del sufrimiento que cargamos no viene de lo que vivimos, sino de cómo nos juzgamos por vivirlo. De la dureza con la que nos hablamos. De esa voz interna que repite que deberíamos ser diferentes, más fuertes, más rápidos, más amables, más todo.
La autoaceptación radical silencia esa voz. O, mejor dicho, la sustituye. Por una voz más sabia, más amorosa, más verdadera. Una voz que no busca exigencia, sino comprensión. Una voz que dice: “Está bien. Lo estás haciendo bien. Puedes descansar. Puedes sentir. Puedes ser”.
Aceptar también implica reconciliarnos con nuestra historia. Con lo que no fue como esperábamos. Con lo que duele. Con las decisiones que no entendimos en su momento. Es soltar el látigo del juicio y tomar en su lugar la medicina del perdón. No el perdón para otros, sino el perdón hacia ti misma.
La autoaceptación radical también toca el cuerpo. Dejar de pelear con él. Dejar de juzgarlo, de moldearlo, de exigirle. Aprender a habitarlo con presencia, con gratitud, con cuidado. Agradecerle por sostenernos, por hablarnos, por ser nuestro hogar.
Y toca nuestras emociones. Dejarlas estar sin tener que justificarlas. Permitirte estar triste sin sentirte débil. Sentir rabia sin etiquetarte como mala. Sentirte vulnerable sin pensar que estás fallando. Porque cada emoción trae un mensaje. Y solo cuando las escuchamos sin juicio, podemos integrarlas.
La autoaceptación radical también cambia nuestras relaciones. Porque cuando dejamos de exigirnos perfección, también dejamos de esperarla en los demás. Nos volvemos más empáticos, más reales, más libres. Nos atrevemos a mostrar nuestras partes más auténticas sin miedo a no encajar.
Y sobre todo, la autoaceptación radical nos devuelve la paz. Esa paz que no depende de circunstancias externas, sino de saber que somos suficientes, incluso cuando no somos todo lo que quisiéramos. Esa paz que nace de la coherencia, del abrazo interno, de la presencia amorosa.
Si sientes que has vivido demasiado tiempo peleando contigo, exigiéndote más de lo que puedes dar, esperando ser otra versión para entonces sí quererte… hoy puede ser el comienzo de algo diferente. Hoy puedes decidir bajarte del tren de la exigencia y empezar a caminar a tu ritmo, con amor.
Y si necesitas apoyo en ese proceso, aquí estoy para acompañarte. Puedes agendar tu primera sesión o pedirme más información a través de mi web o por teléfono. La autoaceptación no es un destino: es un camino que podemos recorrer juntos.
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